Me persigue la silueta de un hombre corpulento que me acecha desde que salí de metro. Un escalofrió atraviesa mi cuerpo. Subo las escaleras de dos en dos deseando que estés en casa. El miedo hace que no gire la cabeza, pero noto su presencia. Saco las llaves de casa y desearía no vivir en un ático. Oigo los pasos detrás de mí e intensifico mi ritmo. Tropiezo de desesperación. Mi corazón no aguanta el pulso. Pongo la llave.
By: Amor Pujol, aprendiz en la Escuela de Escritura de Ateneu de Barcelona
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